"Pero es que a mi no me gusta estar entre locos." Observó Alicia.
"Eso sí que no lo puedes evitar- repuso el Gato de Cheshire- todos estamos locos por aquí. Yo estoy loco; tu también lo estás."

lunes, 12 de diciembre de 2011

Un minuto de polémica: Hay vida bajo el escenario

** Artículo que será publicado en breve en la primera revista online de Cosplay española.



Un minuto de polémica: Hay vida bajo el escenario

Hace años que estoy sumergida en el mundillo, tanto que ni me acuerdo bien cuándo empecé, sé que lo hice a través de los superhéroes enchascados americanos y que luego descubrí las maravillas del dibujo estilizado japonés. Pero lo que sí recuerdo con claridad es la primera vez que vi un cosplay y el sentimiento de querer formar parte de “aquello”...


Yo, asidua a fiestas de disfraces, participante de carnavales, galas, cabalgata de Reyes Magos... había quedado desolada al hacerme... “mayor” y ya no poder participar en tales eventos de disfraces que tanto me gustaban y que me hacían sentir algo especial, incomparable, esa maravillosa sensación de por unas horas dejar de ser tu y ser otro, no mejor, sólo... diferente. Pero volvamos a la primera vez que vi un cosplay. Para empezar, ni tan siquiera sabía que era, sólo sabía, mientras esperaba ansiosa que abrieran las puertas del Segundo certamen del Salón del Manga de Jerez que aquellos muchachos disfrazados de los personajes de mi nueva afición eran increíbles. Recuerdo vividamente el ver salir de un autobús a un Cloud acompañado por su Aeris, a una Ashura que me hizo el corazón desbocar y unas Sailors Moons llenas de timidez pero terriblemente encantadoras. Ese día lo supe, yo quería vestirme como ellos, yo quería ser una cosplayer.


¿Se puede saber a qué viene tanto recuerdo y nostalgia en un artículo que parece dirigido a levantar ciertas ampollas? La verdad es que para comprenderlo es necesario buscar ese primer sentimiento, esa pureza y claridad de los primeros y escasos cosplays no sólo que yo vi, sino que sentimos todos esa primera vez. Pues... ¿dónde ha ido ese sentimiento ahora? Ahora sólo se encuentra en el suelo de los salones no en sus escenarios, porque cada vez más veo decadencia, trampas, luchas entre fans de una afición que debería unirlos y no separarlos, materialismo... y lo que es más, me duele el ver cómo una afición que te puede dar tantas y tantas alegrías y horas de felicidad puede ser llevada al malestar, el rencor y sobretodo a la desilusión.


No trato de decir que “al principio” todo fuera mejor, sin duda nos quedaba mucho que recorrer, pero quizás si más puro. Los participantes en los concursos eran pocos, taimados, avergonzados... No contaban tanto las actuaciones como el traje en sí, no había tanto decorado, ni tanto artificio... sólo un chico o una chica muy sonrojado allí encima mientras todos los observábamos expectantes e impresionados. Quizás fuera porque no había tanta variedad, quien sabe, quizás porque la belleza física y exterior, ese canon que hoy en día nos persigue a todas partes, aún estaba lejos de nuestro pequeño y reducto mundillo... Lo cierto es que podía perfectamente ganar esa chica entradita más que en carnes por el mero hecho de haber sabido hacer algo que el resto no podía, crear una impresionante armadura, o quizás un traje tan lleno de ornamentos que tan sólo con imaginar las de horas cosiendo cuentas de cristal hacía que te dolieran los ojos.


¿Dónde quedó aquello? Ahora, cada vez que voy a ver los concursos me avergüenzo de ser cosplayer, aunque en aquel mismo momento esté llevando un traje. Veo insultos furtivos, pisotones, mala educación, trampas, malas caras ante una petición de ayuda, veo a esa chica gordida hacerle un traje a su amiga más delgada, alta y guapa sabiendo que con eso van a ganar, y, de hecho, es cierto, pues puedo constatar de primera mano que esa misma táctica, en esa misma chica, ha hecho que por dos veces ganara premios (y eso tan sólo en los últimos años que yo conozca). ¿Los trajes eran buenos? ¡Claro! La chica rellenita es realmente una excelente cosmaker pero... ¿dónde quedó el que ella pudiera lucir sus propios trajes, sin temor a saber que nunca ganará si se presenta alguien como su amiga al lado de ella, con un traje puede que peor, pero que le luzca mucho más en su cuerpo esbelto? ¿Cuándo dejamos que la belleza nublara tanto a los jueces? ¿Cuándo no sólo lo permitimos, sino que lo instamos, usando esas mismas tácticas?


Cuando me ven disfrazada o ven mis fotos por la red muchas personas me preguntan por qué no me presento a concursos. Algunos optimistas me dicen “¡podrías ganar!” Otros “¡tienes un nivel formidable!” Pero yo sólo puedo pensar en que eso haría que dejase de ser divertido. Ver cómo ponen nota a tu esfuerzo (siendo algo tan subjetivo y personal), ver cómo te valoran por encima de tu propio traje, el saber que el sexo del cosplayer sí que marca diferencia (y mucha!) en las puntuaciones de los jueces, las siempre odiosas comparaciones (y ya no sólo de traje o de nivel de calidad, sino de físico), las mentiras... Sinceramente, no me merece la pena unir a una afición que tanto amo tantos malos recuerdos.


También es cierto que quien lee esto puede pensar que temo al fracaso, que soy cobarde o que sabré que no puedo ganar pero... ¿De verdad ganar importa tanto? El cosplay trata de... ¿ganar? ¿Acaso no trata de ser otra persona por un día, por unas horas, de imitar su carácter, su pose, sus ropas... para transmitirlo todo en el instante de la foto?


Sólo tengo que decir una cosa al respecto, en todos estos años que llevo asistiendo a los Salones del Manga, y no sólo en mi provincia, he visto como los criterios valorativos en los concursos han ido cambiando, y yo no diría que a mejor... Lo que antes me parecía impensable cuando me sentaba entre el público ahora es más que una realidad pues yo he visto, con mis propios ojos, cómo jueces usaban la cláusula de escape y cierre (tan conveniente actualmente y tal y como están las cosas en los concursos) de “pero al final por encima de todo serán los jueces los que decidirán el que más les guste” por encima del resto de las bases de un concurso sólo porque las participantes estuvieran de muy buen ver, pasando por encima de las bases que toooodos los demás acataron y siguieron para poder participar (unas bases tan específicas que acotaban el margen de elección del cosplay). Y, encima, he visto a esas chicas no sólo criticar el evento en el que habían ganado (¡que educación! madre mía...) sino reconocer ellas mismas el mal ambiente del concurso, por no hablar del caos que posteriormente se formó en internet, en blogs, foros,.. criticando, insultando, vejando... de una parte y otra.


Si, señores, esa es la respuesta que les doy a quien me dice si tengo miedo a un concurso. Si, debe ser eso...


A lo que sí que tengo miedo es a que deje de gustarme el cosplay por esos concursos. Y por eso mi solución es simple, seré siempre el personaje y nunca la cosplayer enfadada, borde, malinencionada que espera subir al escenario.

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